BARCELONA ÉS BONA! (¡Barcelona es buena!)


El pasado jueves 17 de agosto de 2017, sobre las cinco de la tarde, Barcelona volvió a ser el centro del mundo 25 años después de los los Juegos Olímpicos del 92, dónde esta ciudad mostró al mundo de lo que era capaz con esfuerzo, tenacidad, unión y compromiso. Pero por desgracia, este protagonismo le vino dado por un atentado en forma de arrollamiento de centenares de seres humanos que estaban disfrutando de esta ciudad en una de las calles más transitadas y conocidas del mundo: las Ramblas de Barcelona.

En el centro de la imagen se puede observar la silueta de Las Ramblas de Barcelona
Barcelona es la ciudad donde nací hizo este mes 47 años. Y como todas las grandes ciudades, tiene sus claroscuros. No hay ciudades perfectas como tampoco hay personas perfectas (pero al fin y al cabo, son las personas que hacen que las ciudades sean como son). Y como amante de la naturaleza, encuentro que es una ciudad poco amable con ella. Por ello, a menudo he querido (y continúo queriendo) encontrar mi sitio en una pequeña población más humana y cercana. Pero debo decir que cuando he salido de Barcelona en avión en diferentes etapas de mi vida y por diferentes motivos y duración de los viajes, cada vez que el avión hace su aproximación al aeropuerto de El Prat, y empiezas a oír el rugir de los motores que indican que estamos iniciando las maniobras de descenso y miro por la ventana y veo la silueta de las torres del Hotel Arts y Mapfre no puedo evitar que se me haga un nudo en la garganta y mi mente me diga; "¡Ya estoy en casa!". Sí, en casa, mi casa y la de muchas otras personas que bien porque han nacido aquí, bien porque aquí se han enamorado, bien porque aquí han encontrado el trabajo de su vida o simplemente porque la ciudad los ha cautivado, han decidido establecerse aquí.

Hotel Arts y Torre Mapfre
Así que un atentado como el que sufrió está ciudad, mi ciudad, que me cogió de vacaciones, en las montañas del Pirineo, te deja muy trastornado emocionalmente, por supuesto. Pero a su vez, es muy importante no sacar las cosas de quicio. Lo que ocurrió en esta ciudad (y unas horas más tarde en Cambrils) debe ser puesto en perspectiva: cualquier persona emocionalmente perturbada es capaz de realizar actos de esta índole. Todas y cada una de las personas que forman parte de grupos terroristas lo único que buscan es sentirse parte de algo, al igual que ocurre con los jóvenes que se juntan para organizarse en bandas. Todas ellas son personas que viven en el fondo con mucho mucho miedo en su interior. Y cuando alguien tiene miedo, mucho miedo, su instinto le pide agredir antes de ser (o sentirse) agredido (son numerosos los estudios y trabajos realizados con animales de laboratorio que demuestran que cuanto más miedo siente un animal, más agresivo y violento se convierte). Si yo me siento amado y  aceptado, si mi autoestima está bien trabajada, si mi entorno familiar y de amistades es cariñoso y respetuoso hacia mis opiniones y no me siento agredido cada vez que expreso una opinión con respeto y aceptación de la opinión del otro, de ninguna de las maneras tendré ninguna necesidad de buscar protagonismo a través de actos violentos de agresión en contra de vidas humanas. Y en todo eso, los medios de comunicación de masas tienen mucho, mucho, mucho que ver y de qué responsabilizarse. No se puede mezclar peras con manzanas. No se puede hacer creer a nadie que este es un problema relacionado con creencias religiosas: tiene sólo que ver con actitudes personales. Puedo asegurar sin ningún género de dudas que un niñ@ que ha crecido en un ambiente en el que sus necesidades fisiológicas y emocionales han sido eficazmente cubiertas, es prácticamente imposible que ello pueda generar un niñ@/adolescente conflictivo (el conductor de la camioneta de Barcelona que arrasó a los transeúntes de las Ramblas de Barcelona tenía 18 años, casi un adolescente) y aún menos, una persona con ganas de dañar a nadie.


Ante todo este panorama, en lugar de quedarnos con el miedo que nos generan estas situaciones, hay que hacerle frente a éste de la manera que tanto las ciencias que trabajan con la psique humana como todas las culturas y filosofías tradicionales nos han enseñado; con CONFIANZA. Confianza en las personas y el género humano en general y generar una corriente silenciosa pero muy poderosa de toma de conciencia de aquellas cosas que me hacen sentir miedo y tristeza que me llevarán a sentirme, deprimido, enrabiado y alienado de mi entorno más cercano. En el momento en que el mundo en su conjunto haga suyo el espíritu del '92 y hagamos un esfuerzo tenaz por la unión y el compromiso primero conmigo a través del autoconocimento y después con el otro mediante la comprensión de su entorno y sus circunstancias (tal y como reza un dicho procedente de la cultura india americana, "no juzques a nadie hasta que no hayas caminado con sus mismas zapatillas durante dos semanas"), en ese momento estaremos poniendo la primera piedra para el inicio del fin de este tipo de conflictos. Y en eso, TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS, tenemos una responsabilidad; padres, madres, profesor@s, personal sanitario, vecin@s, amig@s, conocid@s, ... A menudo, una mirada, sólo una mirada cómplice y una sonrisa así como unas palabras de aliento a alguien que vemos que está en una situación emocionalmente complicada mediante una escucha empática (ir a un ejemplo de escucha empática) pueden ser más que suficientes para prevenir males mayores. Para empezar, sugiero que, si realmente alguien cree sinceramente que quiere cambiar las cosas, empiece por si misma y vea cuáles son sus miedos y frustraciones y si siente que ellas hacen que no vea sentido en su vida, que esté perdiendo la ilusión por las cosas, busque la ayuda necesaria para recuperar la ilusión de vivir y conocer nuevas personas y entornos. ¡¡¡Porque sí, hay buenas, muy buenas personas esperando conocerte!!! Afortunadamente, son más, muchas más, las buenas personas que las que tienen ganas de hacer daño ("hace más ruido un árbol al romperse que todo un bosque creciendo").  Y cuando yo me ame y me acepte seré capaz de amar al prójimo y no querré lastimarlo. Y si eso se enseña primero en casa y después en las escuelas, así como si enseñamos a gestionar efectivamente nuestras emociones, el mundo podría convertirse entonces en ese Paraíso tan anhelado por todas las criaturas sufrientes del mundo.

La importancia de ponerse en el lugar del otro



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