CATALUNYA LLORA


Hoy es un día muy triste en mi tierra, Catalunya. 

Quiero expresar desde aquí el orgullo que me hace sentir ver la reacción pacífica de las personas que ayer 1 de octubre se encontraban en los diferentes espacios habilitados para expresar su derecho al voto para la autodeterminación ante la brutal e injustificada agresión que recibieron por parte de los cuerpos de seguridad del Estado (policía y Guardia Civil). 

Hay quien defiende que ello no hubiera ocurrido si no se hubiera hecho caso omiso de las advertencias del estado español de no realizar este acto reivindicativo declarado ilegal por el gobierno español desde el primer día. Pero si bien ello es cierto, no hay nada, absolutamente nada que pueda justificar que, ante la desobediencia civil, se tenga que actuar con la rabia y ensañamiento que mostraron los cuerpos de antidisturbios de la policía y Guardia Civil españoles destacados en tierras catalanas (¡que poco acertada denominación a unos cuerpos que provocan exactamente aquello que se supone que han de combatir!). 

Por otro lado, no quiero pasar por alto la gran pena, dolor, rabia, impotencia y tristeza que mostraron algunos miembros de la policía autonómica catalana, los Mossos d'Esquadra, quienes, a la vista de lo que estaba ocurriendo, no pudieron impedir romper a llorar al verse impotentes para defender a su gente ante tanta barbarie. Una barbarie que procedía de sus propios "colegas", y no de manifestantes armados con peligrosos instrumentos dispuestos a hacer daño. Y lo más triste es que se supone que esos "colegas" son personas que han sido formadas para la defensa de las libertades civiles y para servir y proteger a la población de posibles agresiones y no para convertirse en agresores de una población que su delito era pedir un referéndum de autodeterminación y sus armas urnas y papeletas.

Todas estas circunstancias hacen absolutamente necesario hacer una profunda reflexión sobre las emociones que nos han llevado a todos a llegar a estas situaciones tan absolutamente reprobables. Fundamentalmente, la emoción, como siempre, que hay detrás de cualquier actitud violenta es el MIEDO: si, un miedo que mata. Mata ilusiones, mata esperanzas, mata anhelos.... Pero, en un caso como este, ¿miedo a qué?. El estado español (en estos momentos gobernado por el Partido Popular) a perder el respeto de sus conciudadanos y a perder una importante parte de sus ingresos económicos. Y ese tipo de miedo viene siempre determinado por una falta importante de autoestima. Si alguien se quiere, se valora y sabe de su capacidad como entidad autónoma, no debería tener ningún miedo a dejar ir a alguien que no quiere seguir compartiendo la vida con él o con ella. Y ese es un trabajo que debemos hacer cada día todos y cada uno de nosotros. Debemos preguntarnos a qué tenemos miedo y qué podemos hacer para superarlo y vivir una vida autónoma e independiente. Y cuanto más seamos capaces de vivir nuestra vida de esta manera todos y cada uno de nosotros, de manera natural y progresiva , como que seremos los seres autoindependientes que deberíamos ser, llevaremos a los gobiernos y a los estados a aquello en lo que deban ser por mérito propio y no por imposiciones bárbaras e impropias de un estado de derecho.

Tras esta reflexión, quiero acabar con las palabras de un familiar, Carlos Casadevall, publicadas a través de facebook que nos decía: 

"Y para acabar el día, unas habas  a la catalana y mañana un cocido madrileño. Y todos los políticos al desierto. El verdadero independendista no sigue a nadie"



Josep Maria Subirà i Vallès
Formador y consultor en salud
Creador del método de EMONUTRICIÓN


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