EDUCACIÓN NUTRICIONAL


Si bien es cierto que la educación en general y los hábitos saludables deben iniciarse en el domicilio de los niños y niñas de todos los países del  mundo, no menos cierto es que, desgraciadamente, no todos los padres pueden tener toda la formación necesaria para poder dar una educación nutricional adecuada.

Es por ello que la escuela, lugar dónde los futuros padres y madres de todos los países del mundo van a aprender diferentes herramientas para poder manejarse en el mundo que los rodea, debería tomar partido en formar a sus pupilos en hábitos saludables.

Veo con mucha preocupación como, a pesar de las llamadas de atención en relación a algo tan importante como la reducción de la ingesta de azúcares en la dieta de la población en general, desde las escuelas se fomenta su uso. Como ejemplos, muy recientemente, he sido testigo de celebraciones en las que los jóvenes de una escuela de la provincia de Barcelona se les invitaba a una "chocolatada con churros", teniendo ambos, chocolate y churros, azúcar refinado en abundancia. Pero, lo que es aún peor, en alguna escuelas de la misma provincia, para recaudar fondos para los niños que sufren cáncer, se celebran también estas chocolatadas (en este caso por ejemplo con melindros) cuando es de sobras conocida la relación entre cáncer e ingesta de azúcar (ver artículo). 


Y por si no fuera poco, como escuchaba recientemente, en algunos parvularios reparten ente los niños "piruletas" ricas en fructosa. Incluso los mismos profesores, a menudo ingieren bebidas azucaradas o de cola, bebidas ricas en la misma sustancia, responsable de enfermedades pro-inflamatorias que pueden conllevar a enfermedades tan graves como hígado graso, obesidad o diabetes (ver artículo), enfermedades crónicas estas dos últimas, que, no casualmente, están aumentando su incidencia de manera alarmante entre los países industrializados (ver datos de la Organización Mundial de la Salud) Y teniendo en cuenta que en todas las enfermedades subyace un componente pro-inflamatorio este es un dato especialmente preocupante.

Si con todo ello no tenemos suficiente, la ingesta de alimentos azucarados eliminan gran parte de nuestro ecosistema bacteriano, lo que hoy en día sabemos que es crucial para nuestro equilibrio homeostático originando lo que se conoce como disbiosis intestinal (ver artículo) y que no sólo afecta desde un punto de vista físico, sino que emocionalmente sabemos que una microbiota pobre es más susceptible de producir problemas a este nivel por la disminución de la producción de serotonina (la hormona de la felicidad) (ver artículo).


Culpamos a los gobiernos de los países de muchos de los males que nos aquejan, pero nosotros, con nuestras decisiones en el supermercado, podemos hacer que las tendencias en algo tan importante como la salud de las personas mejore sobremanera ya que, si decidimos cambiar nuestros hábitos hacia el consumo de alimentos más saludables, ¿qué empresa no decidiría potenciar dicho hábito si al final puede sacar un rendimiento económico?. Y si de repente, un partido político ve que la población está decidiendo apostar por unos hábitos nutricionales más saludables y que eso puede reducir de manera drástica el gasto en sanidad que podría invertir en mayor educación y formación mejorando la calidad de vida de la población, ¿por qué no tendría que apostar por ello?. Hay quien certeramente apuntará que muchos de esos partidos tienen ingresos procedentes de esas empresas que comercian con productos poco saludables. Pero si invertimos la tendencia y cada uno de nosotros decide dejar de ingerir esos alimentos que no son saludables, las mismas empresas deberán reinventarse e ir a buscar otras vías más saludables de generar ingresos.

Josep Maria Subirà i Vallès
Formador y consultor en salud
Creador del método de EMONUTRICIÓN

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